Después de su comida, Abel, quien ahora estaba bajo el disfraz de Barón Albe, llevó a la princesa heredera y al príncipe heredero a los regalos que había traído para ellos. De pie en el patio del Palacio Zafiro, Aries y Joaquín lo observaron abrir la caja.
—Por favor. —Abel hizo un gesto con las manos para que vieran sus regalos.
Aries y Joaquín se acercaron y ella frunció el ceño al ver el arma que había vislumbrado en Haimirich. Nunca había visto que se usara, pero algunos de los caballeros del mencionado imperio llevaban estas armas que todavía estaban en desarrollo.
—¿Estas son...? —se volvió hacia Abel solo para verlo sonreír brillantemente.
—Rifles. —Abel sacó el rifle dentro y lo sostuvo correctamente—. A diferencia de las flechas, estos eran más capaces de penetrar armaduras y tenían una velocidad mucho mayor.