Antes de que comenzara el juicio, y también el mismo día que Joaquín golpeó a Curtis y a Gertrudis, Aries hizo una visita sorpresa al despacho del juez presidente. Era la primera vez que conocía a Modesto, y como ella era la princesa heredera, él no se atrevió a rechazar su petición.
Y si Modesto pudiera cambiar su decisión en ese entonces, lo habría hecho. Porque esa visita todavía le molestaba hoy.
—Espero que mi visita repentina no le cause inconvenientes, ministro. —Modesto levantó la cabeza hacia la mujer sentada frente a él.
—En absoluto, Su Alteza Real. Solo estoy un poco sorprendido —dijo Modesto—. ¿A qué debo el placer de esta visita?
Aries presionó sus labios y sonrió tímidamente. —¿Tenemos prisa, verdad?
—No, es solo que…
—Está bien. —Ella rió entre dientes, haciendo un leve gesto con la mano—. El propósito de mi visita es en relación a mi esposo, el príncipe heredero.
—¿Ye —sí? —Sus cejas se fruncieron en confusión.