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Hubo un largo silencio después de las palabras de Aries. Ismael mantuvo sus ojos en ella, notando el desprecio en esos pares de ojos opalescentes.
En esencia, ella le estaba diciendo que esto no era una invitación a una alianza. Aries le estaba pidiendo que trabajara para ella y le entregara el poco poder que aún le quedaba.
—¿Y qué pasa con mi gente? —preguntó en voz baja—. Mi hermano Carlos, ¿qué le sucederá?
—Hmm... el informe que recibí antes de tu llegada es que la espada del príncipe heredero lo arrestó por su participación en operaciones de juego ilegales —informó Aries, observando cómo Ismael exhalaba pesadamente—. Lamentablemente, ya no puedo hacer nada al respecto y aunque tuviera los medios para conseguirle una sentencia más leve, ¿por qué lo haría?
—Tú...
Ella inclinó la cabeza hacia un lado y se burló. —¿No me digas que habías olvidado lo que él me había hecho? ¿No estaba jactándose de haberse acostado conmigo para confirmar mi identidad?