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Tiempo presente...
En el interior de un establecimiento abandonado entre la frontera del primer y segundo distritos de la capital, Aries estaba sentada sola en el porche con poca luz. La butaca en la que estaba sentada estaba cubierta con una sábana blanca, al igual que las demás sillas y muebles.
Sentada en esta oscuridad, sola y en silencio, no podía evitar pensar en Violeta.
Princesa Violeta. Delicada, modesta, amable y una mujer de decoro adecuado. El ejemplo perfecto de lo que debería ser una princesa. Se casó con Carlos Imperial, el octavo príncipe, por beneficios mutuos, pero Violeta era alguien que esperaba que este matrimonio, aunque arreglado por beneficios políticos, se convirtiera en una conmovedora historia de amor.
Era tonta.