```
—Aries no podía entender que Conan estuviera lo suficientemente loco como para seguir los caprichos de Abel. No, no solo él. Pero nunca imaginó que Dexter cediera ante la loca idea del emperador; ¡Isaías era la excepción! Pero la vista que tenía delante le demostró que estaba equivocada.
De pie frente a la ventana en un estudio sin usar, Aries tenía sus ojos puestos en el campo de entrenamiento para los caballeros no muy lejos, y vio a Dexter entrenando junto con los nuevos reclutas, soldados del orgulloso Imperio Maganti. Aunque el marqués se había teñido el cabello de castaño, ¡Aries nunca se confundiría de rostro!
—Oh, dios mío... —susurró, sosteniendo su cabeza cuando esta le dio un leve golpe—. Incluso se tiñó el cabello... realmente vino preparado.
—No es de extrañar que Abel no pensara mucho acerca de Haimirich. ¡Él no era el único que había dejado el imperio por otro!