Aries tomó una respiración profunda. Su rostro se despejó de toda la tristeza que nublaba sus rasgos antes en el día. Inez la paseó por el invernadero, y realmente alivió algunas cargas en la mente de Aries. Después de eso, la última la invitó a tomar una taza de té hasta que llegó el momento de que la princesa heredera partiera.
—Gracias por complacer mi capricho, novena hermana —camino hacia la entrada del invernadero, Aries sonrió y giró hacia su izquierda, donde caminaba Inez. Ella llevaba unas cuantas flores que Inez amablemente le permitió llevar para agregar a sus arreglos florales como regalo.
Los pasos de Aries se detuvieron lentamente, pivotando sobre su talón para enfrentar a Inez. Su sonrisa sutil pero genuina estaba fijada en su rostro, ojos brillando con aprecio.