Al ver a Aries sentada en la barandilla del balcón, la criada se alarmó mientras la ayudaba a entrar apresuradamente. Como si fuera una persona despreocupada, Aries simplemente se rió entre dientes. Era evidente que el leve pánico que provocó en la sirviente la distrajo de hacerse preguntas sobre otras cosas.
Después de eso, la criada preparó agua para que Aries se lavara la cara y le cambió la ropa, de su camisón a ropa de interior. Mientras la servía, Aries estudiaba cuidadosamente cada movimiento de la criada y absorbía información relevante como una esponja.
Una vez que estuvo lista para cenar en el comedor, Aries siguió felizmente a la criada para desayunar. Aunque mantenía un comportamiento reservado, se podía decir que... irradiaba positividad. Era como si cada paso que daba añadiera colores a la ya magnífica residencia.