Fue como si algo tocara su alma y en un abrir y cerrar de ojos sintió su mente y cuerpo calmarse como aguas tranquilas. ¡Y por primera vez en más de una década, él durmió!
Nicklaus no pudo recordar qué había pasado, pero cuando esa cosa lo tocó, se aferró a ella, incapaz de soltarla.
Tiana se acurrucó más profundo en el amplio pecho de Nicklaus mientras su mano rodeaba su cintura. La atrajo más hacia él como si ella fuera su fuente de vida.
Cuando llegó la mañana, los ojos de Tiana se abrieron lentamente, y su mirada cayó sobre un cuerpo extraño con tinta y parpadeó. En un instante, sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de lo que estaba mirando. De inmediato, levantó la vista y sus ojos se encontraron con el rostro de Nicklaus.
—¿Cómo llegué aquí? —se preguntó Tiana.