—¡Tiana! ¡Despierta! ¡Vamos, despierta! —exclamó Nicklaus mientras presionaba su pecho con ambas manos; ella todavía no se movía, sus ojos seguían cerrados.
—¡Nunca había sentido tanto miedo por algo en tanto tiempo! —En ese momento, sintió el mismo dolor que sintió hace diecisiete años en el clóset; era desgarrador. Todo a su alrededor desapareció y lo único que podía ver era a Tiana; recuerdos de esa noche pasaban por sus ojos y sus manos temblaban de miedo.
—Sintió dolor recorriendo su cuerpo mientras sus ojos se ponían rojo oscuro por el dolor.
—A medida que pasaban los segundos, su rostro se volvía más pálido; era como si estuviera muriendo. —Nicklaus sintió que le faltaba el aire; le resultaba difícil respirar. Pero no estaba dispuesto a rendirse; no podía dejarla ir como vio irse a sus padres hace diecisiete años; indefenso y débil.