Michael abrió la puerta con un ceño fruncido.
—¡Hermano! —gritaron los chicos al pasar por su lado hacia la casa.
Michael se llevó la mano a la cara. —¿No pueden comportarse por una vez? —les regañó enojado a sus dos amigos; ellos ni siquiera intentaron fingir ser buenos chicos.
—Cuando dijiste que ibas a conseguir a esta chica, no te creímos. Y nosotros que pensábamos que éramos los chicos malos, ¡tú eres el chico malo definitivo, el más grande de todos los tiempos! —elogió Japheth, levantando la mano en el aire.
—Ella no es cualquier tipo de chica, realmente me gusta esta mujer —Los chicos se rieron cuando lo dijo.
—Está bien, te creemos; te lo recordaremos cuando ustedes terminen —Mateo, quien se había tirado en uno de los sofás, sonrió con suficiencia. Michael los fulminó con la mirada.