Michael golpeó la puerta unas cuantas veces más, pero Diana no respondió. Sabía que estaba despierta porque había escuchado algunos pasos en su habitación hace un momento.
Eran más de las diez de la mañana y quería verla antes de irse al trabajo.
Tras contemplarlo un instante, giró la perilla y la puerta se abrió. Parece que ella olvidó que había dejado la puerta abierta.
Diana maldijo internamente cuando escuchó que se abría la puerta, había olvidado completamente asegurarla con llave. Podía sentir la sangre subirle a las mejillas y sabía que él se daría cuenta de que estaba fingiendo estar dormida.
Escuchó sus pasos acercarse y sus manos se aferraron a las esquinas de su edredón.
Michael se detuvo junto a su cama y se sentó a su lado, su colonia llegaba a su nariz, parecía que ya estaba vestido para ir al trabajo.
Su mano apartó los cabellos desordenados de su rostro y se inclinó para besarle las mejillas.