—Estás loco —bromeó Ricardo y Diana se rió—. De verdad, todo sería aburrido si todos se convirtieran en personas buenas, entonces, ¿qué sugieres?
Ricardo se reclinó en la silla—. El asunto es que se están haciendo daño por nuestra culpa, necesitamos decirles que no nos importa que estén juntos.
Diana frunció el ceño—. ¿Pero a mí sí me importa?
Ricardo la miró fijamente—. ¿Así que quieres que tu padre se quede triste toda su vida por un error que cometió?