—¡Sí, sí, tengo todo el tiempo del mundo! —exclamó feliz.
Leo sintió que su garganta se apretaba, pero rápidamente apartó el dolor antes de que lo abrumara.
En el fondo deseaba que esas palabras hubieran sido pronunciadas por otra persona, pero eso era una esperanza perdida.
Estaba realmente listo para seguir adelante. A Hazel le gustaba mucho y él iba a amarla tanto. Aunque le doliera quitar el papel tapiz de Claire de su pared, sabía que era lo mejor que podía hacer. Si la mujer con la que estaba no lo quería, entonces lo quitaría.
Hazel era hermosa; era mestiza, mitad vietnamita y mitad estadounidense. Tenía el cabello rojo y ojos marrones, aunque no era una belleza de modelo, era lo suficientemente linda para hacer que las cabezas se giraran. También era dulce y él sabía que llegaría a amarla. Solo necesitaba tiempo para sanar.
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