Tiana tragó saliva e intentó fulminarlo con la mirada, pero sus ojos tenían voluntad propia, en lugar de fulminar, lo miraban con ojos de cachorro suplicante.
—¿Por qué me besaste? —Finalmente encontró su voz y preguntó.
—Te eché de menos —Nicklaus respondió, mirándola con profundo afecto en sus ojos y una hermosa sonrisa en sus labios.
Incluso cuando no quería, Tiana se encontró ruborizándose —Esa no fue mi pregunta; ¿por qué me besaste? —intentó elevar su voz y sonar firme, pero su voz salió entrecortada y suave como resultado del beso, apretó los dientes ante su propia tontería. Realmente era impotente frente a este hombre.
—Te amo —dijo Nicklaus nuevamente, haciendo que el rubor de Tiana se acentuara. Sonrió y se agachó frente a ella, tomando sus manos atadas.