Li Meili no había tenido noticias de Tang Beixuan desde que apareció sin avisar justo fuera de su puerta hace una semana. No es que estuviera preocupada por él. Simplemente pensó que tal vez él finalmente había aceptado que nunca podrían estar juntos.
Debería estar feliz, ¿verdad? Pero entonces, ¿por qué sentía que había un enorme vacío en su corazón después de rechazar a Tang Beixuan nuevamente? Quizás esta vez, el chico—el hombre finalmente dejaría de molestarla y seguiría adelante con su vida sin ella. Sin embargo, las flores seguían llegando, esperando en su escritorio todas las mañanas sin falta.
Li Meili sabía que no tenía a nadie más que culpar que a sí misma. No quería lastimarlo, pero tampoco quería poner en riesgo su relación con Tang Moyu. No podía permitirse perder a la única persona que la amaba incondicionalmente, sin pedir nada a cambio.