Tania estaba desconcertada pero en el momento en que sintió lo preocupado que estaba, ella sujetó sus brazos con sus manos y le permitió estar detrás de ella todo el tiempo que quisiera.
Como si eso no fuera suficiente, Eltanin la levantó en sus brazos y la llevó a la cama. La acostó en la cama y luego se acostó a su lado. Eso tampoco fue suficiente. Se deslizó sobre ella y presionó su cuerpo bajo el suyo y cubrió su cabeza por los lados con sus grandes manos.
—Elty… —ella jadeó, presionada bajo su peso—. ¿Qué sucede, amor? —preguntó, extremadamente preocupada por ella, sus cejas fruncidas y su garganta seca.
Él no dijo nada pero continuó estando así. Después de un largo momento de silencio, dijo, —No dejarás Draka sin mi permiso, ¿de acuerdo? —La advertencia de Ladón ardía en su pecho.
—Está bien… —dijo ella en voz baja y reconfortante.
—Y si alguna vez dejas el palacio, mantendrás tu conexión mental abierta conmigo.