—Debes de estar imaginando —gruñó Taiyi otra vez. Ella estaba temblando por dentro de rabia, de miseria y de venganza. La mecha de cabello que se había vuelto blanca en su barba no pasó desapercibida. Tenía que hacer tiempo con Nerio para ver su verdadera identidad, ya que estaba segura de que Nerio no era lo que parecía en ese momento. —Estás solo, y estos están armados.
—¡Pero poseo algo que promete carnicería! —replicó él, con los labios replegándose hacia atrás. Tenía que abandonar ese lugar lo antes posible. Todo iba de acuerdo con su plan cuando se acabó la hierba y ahora esta perra se le ponía en frente. Sentía nerviosismo interior porque pronto el ejército de Garduff lo cerraría por haber robado la hierba y por haber matado a esos guardias.
—¡Y yo poseo tanto odio hacia ti que estoy lista para toda la carnicería! —le prometió ella. —¡Ataquen! —ordenó a sus soldados.