—Es una historia interesante —dijo Biham—. Una que me encantaría contarte con detalle, pero no ahora. Él tomó su mano por instinto y la guió de vuelta al sofá. —¿Estás cansada, Kinshra? Podemos hacerlo en otro momento.
Le encantaba su toque. ¿Qué podría hacer ella? Todavía anhelaba su toque. A pesar de que él la había rechazado, ella no lo había hecho y no sabía por qué. Con los años se había acostumbrado a Lord Haftr. Era un hombre fae agradable. Muy atento y paciente. Se maravilló de cómo la había esperado durante diez años y le gustó la forma en que pacientemente la ayudó a salir de su depresión. Kinshra había recuperado mucho el control sobre sus sentimientos. Había surgido como una mujer madura.
Pero ahora que estaba con Biham, quería sentirse como aquella joven de diecisiete años otra vez. Se preguntaba cuánto tiempo podría mantener su corazón intacto y no enamorarse de él. Lord Haftr había tenido una larga conversación con ella y le había dicho: