—Deben estar durmiendo. No creo que sea correcto molestarlos a esta hora —dijo Rigel a regañadientes—. ¿Por qué no duermes tú también y luego te llevaré a conocerlos por la mañana?
Eltanin asintió y luego saltó a la cama junto a él. —Eso también está bien. Aunque estaba ansioso por conocer a Ileus y Rolfe, no era buena idea despertarlos a una hora tan intempestiva.
—¡Eh, sal de mi cama! —Rigel gruñó mientras pateaba a Eltanin.
—¡Sal tú! —Eltanin lo pateó de vuelta. Tras un forcejeo, ambos terminaron acostados uno al lado del otro. Sin embargo, cuando Rigel pasó su mano sobre el pecho de Eltanin, Eltanin lo empujó fuera de la cama y se estiró sobre ella de tal manera que no dejó espacio para Rigel. Le tiró la manta al suelo. Rigel estaba tan somnoliento que se dio por vencido. Extendió la manta en el suelo y se acostó sobre ella. Justo antes de quedarse dormido, dijo: