—Tania se sintió fuertemente atraída por la canción —sonaba como si alguien estuviera vertiendo su corazón en ella, alguien había abierto su alma para ella. Y era tan hermoso... Incapaz de contenerse, se levantó. Tocó la almeja dos veces, pero la concha no se abrió. La música se intensificó y también su curiosidad. Fue atraída por ella. Tocó la almeja de nuevo, esta vez con brusquedad, y se abrió gemebunda de mala gana. Deslizó los pies fuera de la cama y tocó el suelo.
—Las notas de la melodía le construyeron un camino. Lo siguió, saliendo de su habitación, hacia un túnel rodeado de agua por todos lados, a través de una espiral de escaleras, subiendo y subiendo —hasta que llegó al final de un precipicio frente al océano. Podía sentir el tirón de la canción, como manos que la tiraban hacia ella. Las notas se elevaron y las olas alcanzaron su punto máximo, rompiendo a través de la penumbra que su alma había experimentado a lo largo de su vida.