—Si esto era una jaula, estaría encantado de estar encerrado con ella por el resto de su vida, mirando esos ojos azul océano de ella —la garganta de Eltanin hizo un movimiento involuntario al encontrarse mirando a la mujer más hermosa que jamás había visto en su vida. Su compañera. Estaba ruborizada. De manera refleja, llevó su mano a su mejilla rosada y trazó el rubor con sus nudillos. Su aroma cítrico, dulce y picante lo envolvió como una ola de marea. Sus labios se entreabrieron mientras un respiro entrecortado salía de su boca. Llevó sus dedos a la nuca de ella y los enroscó alrededor de ella, posesivamente. La atrajo hacia sus labios. Podía sentir su aliento caliente en sus mejillas. Acerco apenas su rostro a un centímetro más cerca e inclinó sus labios. El puchero de sus labios era tan tentador que deseaba sentirlo contra los suyos.
—Tania, quiero besarte... mucho... —suspiró—. ¿Puedo?