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Tania se sobresaltó e intentó girarse para enfrentarlo, pero había tan poco espacio que no pudo. La ansiedad le recorría la espalda al sentir su pecho musculoso detrás de ella. Se mordió el labio inferior. Momentos después, dijo—Espero que todo esté bien ahora. Sus ojos aún estaban puestos en las flores afuera que se balanceaban suavemente con la brisa marina.
—Así es —él respondió, con una voz profunda y ronca. No quería darle los detalles sangrientos de lo que había hecho, por si acaso ella se asustaba.
—Gracias. Entonces debería irme —Aunque aliviada de que la situación se hubiese resuelto, se sentía incómoda atrapada entre sus brazos. ¿Por qué un rey tan poderoso como Eltanin hacía esto? Luchó por irse. —Esto es tan, tan inapropiado —murmuró, retorciéndose contra él, pero él no la soltaba. Presintió que algo no estaba bien.