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—Sácalos —Eltanin escuchó un susurro tenue de su madre. Era como si viniera de muy lejos.
Usando su fuerza de voluntad, comenzó a extraerlos y para cuando llegaron a su pecho, estaba tan exhausto que comenzó a sudar.
—¡Eltanin! —la aguda voz de su madre le llegó a los oídos. Abrió los ojos de golpe y vio que estaba rodeado de un resplandor rojo ardiente. Era tan brillante que no podía ver más allá. Confundido como el infierno, giró la cabeza para ver a su madre.
—¡Retráctalo! —ella ordenó.
Él ni siquiera sabía qué era lo que ella le pedía retraer porque su cuerpo estaba rodeado por el resplandor rojo caliente. Se sentía como si estuviera sentado en un horno. Sin embargo, no sentía nada cuando no era consciente de ello.
—¡Esta es tu magia! —la voz de Taiyi volvió a sonar—. ¡Retráctalo!