Ileus se apoyó en el tronco de un árbol mientras observaba a Tania. Ella estaba en un estado delirante una vez más. Con un profundo suspiro, dijo—¿Sabes que, como tiene sangre de fae, es capaz de contener toda esa magia? Si hubiera sido una loba normal, nunca podría haberla contenido en sí misma. La magia la habría... consumido.
Un gruñido bajo de desaprobación retumbó desde Eltanin y él atrajo a Tania más cerca de su cuerpo. Ileus conocía ese instinto. Era el instinto primal de un lobo para proteger a su compañera—Si la llevas a Draka, es muy posible que su condición empeore. No habrá nadie que la cuide, a menos que Kinshra vaya con ella o Anastasia. Pero no creo que ellas puedan ser de mucha ayuda tampoco. La magia ha comenzado a exigir más. Necesita ser liberada y si no lo hace...—apretó los labios y bajó la cabeza, sin querer asustar a Eltanin.
Eltanin se sintió abatido. Un temblor de ansiedad lo recorrió—Ya veremos—dijo y el silencio entre ellos se cernió como la muerte.
