Cuando la aguja del minutero se alejó un poco más de las doce, una silueta empujó la puerta de la cafetería y entró.
El hombre seguía siendo tan guapo y dominante como antes. Era atractivo y carismático. Su aparición capturó instantáneamente la atención de la mayoría de las personas, y sus ojos volaron hacia él. Sin embargo, Zhao Youlin no encontraba al hombre que tenía delante agradable a la vista. Más bien, lo consideraba nada menos que una bestia.
Si fuera posible, preferiría no volver a verlo nunca más en su vida.
Mu Tingfeng ignoró la atención de la multitud. Caminó directamente hacia la mesa de Zhao Youlin. Bajó la voz y dijo:
—Lamento llegar tarde. He estado retrasado por algunos asuntos de la empresa. Espero que no hayas esperado mucho por mí, ¿verdad?
No había ni el más mínimo atisbo de expresión de disculpa en la cara de Mu Tingfeng a pesar de que se estaba disculpando con ella.
La ira de Zhao Youlin estaba al límite y explotó justo después de escuchar sus palabras.
