—¿Eso es todo? —Zhao Youlin estaba un poco sorprendida. Ella había pensado que, dado que Han Yichen le había pedido de manera tan solemne que llevara un mensaje, el contenido del mensaje debía ser muy impactante, pero no esperaba eso...
—Sí, en cuanto al resto... —los oscuros ojos negros de Han Yichen titilaron ligeramente mientras decía con firmeza—. Se lo diré yo mismo cuando regrese.
Zhao Youlin se quedó paralizada un rato antes de parecer darse cuenta de algo. Jadeó.
An Yue y Han Yichen... Ellos... No es de extrañar que el día en que lo conoció, la atmósfera entre ellos fuera...
—Ejem, ejem... —Zhao Youlin tosió ligeramente, suprimiendo la alegría que secretamente sentía. Dijo de manera hipócrita—. Presidente Han, lo siento, pero me temo que no puedo pasarle ese mensaje a An Yue por usted.