Antes de que Ling Ran se recuperara del hecho de que su sobrina de cuatro años había molestado a un niño virtuoso a tan temprana edad, la niña volvió a charlar como si no hubiera nadie alrededor.
—Joy no solo es lindo, sino que también es muy educado. Es completamente diferente a los monitos que no tienen modales en absoluto.
—¡Tú no eres mejor que esos monitos, ¿vale? Si ellos son monos, ¡tú eres el rey mono!
Ling Ran se quedó sin palabras por un tiempo. Respiró hondo y miró seriamente a la pequeña. Dijo, —Ling Yuemei, te estoy advirtiendo. No hagas más locuras en el jardín de infantes. ¡Este es tu séptimo jardín de infantes. Si se quejan de ti una vez más, ningún jardín de infantes podría aceptarte más!
—Lo sé, lo sé. Regañas como una anciana. No me sorprende que todavía estés soltero hasta hoy —Ling Yuemei movió su mano despreocupadamente, y le dio un golpe al corazón de Ling Ran haciéndolo sonar como un problema simple.
