Cualquiera sabía que tenían que controlarse para evitar situaciones embarazosas.
Sin embargo, Sun Fengzi claramente era alguien que no tomaba esto en consideración. Cuando notó la mirada enojada de Duan Yarong, una especie de alegría inexplicablemente apareció en sus ojos. Como tal, se volvió cada vez más abusiva con sus palabras —¿¡Y qué?! ¡La estoy maldiciendo! ¿Qué podrían hacerme ustedes? Zhao Youlin es una zorra, y ni siquiera la consideraría para ser mi sirvienta. Ni siquiera se acerca a ser digna. Es su fortuna que alguien realmente se interese en ella. De lo contrario, alguien como ella merece ser dejada de lado y permanecer sola por el resto de su vida hasta que muera.
—¡Sun Fengzi! —Duan Yarong fue abrazada fuertemente en los brazos de Zhao Shunrong. Ella estaba luchando por lanzarse sobre Sun Fengzi.
Zhao Shunrong consoló a Duan Yarong. Al mismo tiempo, miró a Sun Fengzi con una cara sombría. Si las miradas mataran, Sun Fengzi habría muerto muchas veces.
