A las 11:30 p.m., Gu Weiwei finalmente llegó a la capital en el jet privado de Fu Hanzheng.
Al ver que solo quedaba media hora, suspiró impotente.
Así que después de todo no iba a llegar a tiempo.
Pero en el momento en que bajó del avión, vio al elegante hombre, vestido con un abrigo gris, esperándola en la salida.
Gu Weiwei se acercó a su lado felizmente, sonriendo radiante.
—¡Feliz cumpleaños! —dijo ella.
Fu Hanzheng la atrapó en sus brazos. —Sube al coche primero.
Los miembros de la tripulación sacaron su equipaje del avión y los pusieron en el coche.
Gu Weiwei lo siguió al coche y regresaron a Villa Paisaje, que estaba cerca.
En el momento en que entraron a la villa, vieron globos, cintas y un apartamento muy decorado.
Fu Hanzheng echó una mirada a las tres personas no invitadas y frunció el ceño descontento.
—¿Ustedes tres están muy libres? —preguntó.
—¡Cuñada nos invitó aquí! —Los tres señalaron a Gu Weiwei a su lado.
Inesperadamente, fueron despreciados.