—Sin palabras —Gu Weiwei se dio por vencida en seguir la conversación con ella.
—Te bañaste y bebiste mi vino, ¿qué haces todavía aquí? —Yuan Meng vació su copa, estiró sus brazos y piernas y se lanzó a la cama de manera muy encantadora.
—Es raro que nos encontremos, puedo quedarme a pasar la noche.
—Mejor vete a casa y quédate con el Maestro —Gu Weiwei lavaba copas y limpiaba todos los rastros que Yuan Meng había dejado en la habitación.
—¿No puedes ayudarme a entender cómo se siente dormir con la mujer de Fu Hanzheng? —Yuan Meng se quejó con encanto, apoyando la cabeza con una mano.
—Por favor, Hermana Mayor, vamos directamente al grano, ¿de acuerdo? —Gu Weiwei enfatizó intensamente.
Cuanto más tiempo se quedaba aquí, más preocupada se sentía, especialmente cuando tenía que trabajar durante todo el día siguiente. Estaría realmente cansada si no dormía bien esta noche.
—Ven a la cama —Yuan Meng golpeó la cama y dijo, con una brillante sonrisa.