—Levántate ahora, es hora de ir al trabajo. —dijo ella.
Fu Hanzheng levantó las comisuras de sus labios y lentamente abrió los ojos mientras el sol matutino entraba por la ventana, calentando toda la habitación.
La chica parecía soñolienta, pero tenía un par de ojos que brillaban más que la luz del sol.
Era una vista matutina que lo hacía sentirse increíblemente fantástico.
Por lo tanto, Fu Hanzheng no tenía la intención de levantarse de la cama y en cambio dijo con una sonrisa perezosa:
—Mi chica, creo que deberías darme un beso de buenos días. —Los labios de Gu Weiwei se torcieron.
Lo que ella quería era darle una patada para que él pudiera irse a trabajar y ella pudiera dormir.
—Mi aliento huele mal porque no me he cepillado los dientes.
—No me importa —Fu Hanzheng esperó pacientemente.
Viéndolo sin intención de levantarse solo porque no había recibido un beso, Gu Weiwei se sintió muy molesta e irritada.
—¿Y si me niego?