Después de decir eso, él alejó a Yan Jinyi sin siquiera darle a Bai Moliang la oportunidad de responder.
Yan Jinyi miró fijamente su mano que Huo Xishen sostenía antes de girarse para mirar a Bai Moliang, quien tenía una expresión sombría.
—Señor Bai, al principio no sentía mucho por su hermana, pero ahora de repente tengo muchas ganas de molestarla y recordarle que tenga cuidado.
—¡Yan Jinyi, maldita mujer!
Bai Moliang frunció el ceño ligeramente. Él nunca permitiría que nadie lastimara a Bai Yuxi.
Después de salir del club, Huo Xishen metió a Yan Jinyi en el coche de manera algo brusca y entró desde el otro lado. Luego instruyó al Ayudante Wen para que empezara a conducir.
Yan Jinyi ignoró su austero aura y miró al Ayudante Wen con simpatía. —Ayudante Wen, debe ser duro para usted, todavía tiene que trabajar en un día festivo. Haga que su jefe le aumente el sueldo más tarde.
El Ayudante Wen tosió dos veces, sin atreverse a decir nada.
