—Señorita Yao, ¿tiene alguna otra pregunta? —dijo Shen Yan sonriendo.
Yao Xin se quedó atónita con las palabras de Shen Yan y entreabrió los labios, pero no pudo decir nada.
—Yo...
De repente, hubo un gran alboroto.
Era un hecho bien conocido que los diseñadores de moda sobresalientes pueden decir las medidas de alguien solo con mirar a simple vista. Además, Shen Yan era una diseñadora de moda de renombre internacional a quien muchas mujeres ricas, socialités, nobles e incluso realeza habían contratado para crear piezas personalizadas para ellas.
Eso simplemente significaba que la persona en las fotos no era Yan Jinyi, puesto que Shen Yan lo dijo.
—Pero la persona en esas fotos se parece mucho a usted, señorita Yao. ¿Podría ser usted esa persona? —dijo de repente Shen Yan.
El corazón de Yao Xin se tensó y sus palmas comenzaron a sudar. Con algo de pánico en su mirada, tosió dos veces y dijo:
