Huo Xian tosió y preguntó, —Jinyi, ¿a qué te refieres con que Xishen canceló tu tarjeta negra?
Enfurecida por esa pregunta, Yan Jinyi dejó las papas fritas en la mesa de café y luego miró a Huo Xishen, con las manos en la cintura. —Abuelo, tu nieto es tan malvado. ¡Canceló mi tarjeta negra solo porque invertí 100 millones de yuanes de su dinero en una película!
Con los brazos agitándose, Yan Jinyi exclamó, —Eso no es todo. Las ganancias de la inversión en la película se abonaron a la tarjeta de Huo Qingyuan, ¡pero él también canceló la suya!
Huo Qingyuan asintió con lágrimas en los ojos.
—Pero Segunda Cuñada, esas son mi parte de las ganancias. ¡Las tuyas todavía están en tu cuenta!
Sin embargo, a pesar de estar bien consciente de todo, no podía decirlo en voz alta y no tuvo más opción que seguirle el juego a Yan Jinyi y demostrar que la última era pobre.
