Lu Man no pudo evitar reprenderse a sí misma. Ya que no había aceptado los avances de Han Zhuoli y parecía tan indiferente, no debería estar albergando esos pensamientos.
Incluso ella misma se despreciaba.
Luchó para suprimir su decepción, diciéndose a sí misma que ya que había tomado una decisión, no debería arrepentirse.
Tener miedo a salir herida, pero a la vez reacia a dejar ir, era algo que no debería hacer.
Después de mucho esfuerzo, finalmente consiguió enfriar su cabeza. Sin embargo, de repente Han Zhuoli tomó su mano.
Comparada con la de él, su mano parecía aún más pequeña.
Su palma entera estaba casi envuelta en la de él. El calor de su palma bloqueaba el viento fresco de esta noche de otoño, haciendo que Lu Man se sintiera más cálida que nunca.
Han Zhuoli bajó la mano. Su mano era tan pálida como el jade. Cada dedo era distintivo y largo. Eran hermosos.
