Jing Yao evitó su mirada, sin atreverse a mirar a Liang Xun en absoluto, ni estaba dispuesta a seguir caminando con él.
Liang Xun retrocedió y se paró frente a Jing Yao. Bajó la cabeza y la miró con una mirada tierna. Su voz era un poco persuasiva. —Yaoyao, ¿vas a retractarte?
Jing Yao levantó la vista hacia Liang Xun y respiró hondo. —No, vamos.
Su expresión de enfrentarse a la muerte con calma hizo que Liang Xun quisiera reír, pero se contuvo. Si se riera ahora, todos sus esfuerzos serían en vano.
Liang Xun solo encendió la tenue lámpara amarilla de la mesilla de noche. Jing Yao había estado controlando secretamente su respiración, pero no podía ocultar su nerviosismo.
Liang Xun suspiró. —Está bien, ve a lavarte. Solo te estaba molestando.
Jing Yao levantó la mirada sorprendida. Liang Xun no parecía estar bromeando en absoluto.