—Déjamelo a mí. Tal como acordamos hace algún tiempo, dejemos que la naturaleza siga su curso. Pero si realmente no me odias, te ruego que no menciones tan fácilmente cosas como separarnos. Ten más confianza en mí, ¿de acuerdo? —La voz de Liang Xun era suave y baja.
Jing Yao lloró tanto que se le apretó la garganta. Después de calmarse durante un buen rato, apenas pudo decir una frase completa. —Pero esto no es justo para ti. Estarás muy cansado. Además, claramente podrías conocer a personas mejores.
Liang Xun bajó la cabeza y besó la parte superior de su cabeza. Dijo con firmeza, —Soy yo quien decide si es justo o no. Además, no me siento cansado. Al contrario, disfruto bastante este proceso. Si fueras tan fácilmente conquistada por mí, no tendríamos ni de qué hablar cuando seamos viejos. En cuanto a personas mejores, no importa cuán buenas sean. Solo me gustas tú. No importa lo buenos que sean los demás, no son tú.
Jing Yao no habló y continuó llorando.