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Jing Yao le pidió a Liang Xun que colocara su teléfono celular en la pequeña mesa redonda frente a ella y contestó la llamada.
Lo primero que vio fue la cara siempre tranquila de Yu He. Una de las dos tías de Jing Yao era rápida y decisiva, mientras que la otra era elegante y serena. Tenían personalidades completamente distintas, pero las dos se llevaban muy bien y nunca habían tenido un conflicto entre ellas.
Una vez fuera de casa, su presencia no era fuerte, pero había que admitir que eran dos mujeres sabias.
—Yaoyao, ¿qué estás haciendo? —Yu He podía decir que Jing Yao miraba la pantalla con dificultad.
Pequeño Bollo, que había sido dejado atrás por sus padres durante todo el día, sentía que tenía que conseguir la atención de su madre sobre él. Notó que Jing Yao miraba su teléfono móvil pero no a él.
Para conseguir que Jing Yao volviera a prestarle atención, no dejaba de hacer pequeños movimientos.
