El Sr. Liang quedó atónito por un momento antes de decir con cautela —Oh, ¿y qué?
—¿Qué regalo me va a dar Papá? —dijo Liang Xun con tranquilidad.
—Pfft... —El Sr. Liang escupió al otro extremo—. Liang Xun, realmente te estás volviendo cada vez más sinvergüenza. ¿Incluso pides regalos tú mismo?
Liang Xun no creía que hubiera nada malo en sus acciones —Tú no eres cualquier persona. Eres mi padre.
El Sr. Liang se atragantó de nuevo y se sintió un poco arrepentido. Cuando Liang Xun era joven, para entrenarlo para que se hiciera cargo lo antes posible, lo llevó a varios banquetes y le enseñó a negociar y a encontrar lagunas en las palabras de los demás.
Ahora, había educado a su hijo para ser una persona inteligente. No podía ganarle a su hijo en absoluto.
—¿Qué quieres? —Se podía escuchar cuán afligido estaba el tono del Sr. Liang incluso a través del teléfono.