Dentro de un restaurante en Pekín… Su mirada calmada, Fu Chen frotaba sus cuentas de oración con los dedos. El agua tibia frente a él ya se había enfriado, pero todavía no había nadie frente a él.
Hoy fue a la casa de sus padres a almorzar con ellos, y su madre mencionó la cita a ciegas otra vez. Naturalmente, la rechazó. Pero lo que siguió después fue su madre golpeando sus palillos en la mesa.
—Ya he escuchado de Wanwan. No intentes actuar todo puro e inocente frente a mí y decirme que eres budista. Sabemos todo acerca de tu comida vegetariana todo el día y fingiendo frente a tu padre y a mí. Debes ir a esta cita a ciegas aunque no quieras. Si no vas, en el futuro no vuelvas nunca. Tengo muchos hijos, así que no me importa perder a uno. Ya no eres joven, pero aún así me haces preocupar.
La expresión de Fu Chen era calmada. —¿Qué te dijo ella? —preguntó.