Song Fengwan había pasado mucho tiempo mentalizándose en su habitación, pero cierta persona la expuso en el momento en que bajó las escaleras.
Quería llorar.
Si Fu Chen no lo hubiera mencionado, casi habría olvidado que una vez ocupó su cama cuando estaba ebria. Ahora que lo pensaba, no le parecía tan difícil aceptar que él le forzara un beso cuando estaba borracho.
—Tercer Maestro, anoche, yo... —Ayer, me agarraste y te negaste a dejarme ir. Sé que no te sientes bien, así que definitivamente no lo recuerdas, ¿verdad? —Fu Chen extendió la mano y se frotó la barbilla, como si ya conociera su rutina.
—Sí —bajó la cabeza y asintió.
—Hice que alguien te comprara unas bolsas de calor. Llévate algunas piezas cuando salgas —Fu Chen bajó la cabeza y continuó comiendo.
Song Fengwan se mordió el labio. ¿Eso es todo? Eso me asustó hasta la muerte. Realmente no podía recordar lo que había pasado antes de quedarse dormida anoche, y temía que él dijera algo impactante de nuevo.
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