—Escuchando todo lo que digo —Ethan Hopkins le sostuvo suavemente la mano y la acarició ligeramente—. Gabriel siempre me entiende.
—Todo lo que he hecho es estar contigo —suspiró Ethan—, pero no sientas demasiada presión, si tu segundo hermano no nos ayuda, encontraremos una solución por nosotros mismos, en el peor de los casos... dejaré la familia Hopkins y empezaremos de cero tú y yo.
En ese momento, a Gillian Thompson se le llenaron los ojos de lágrimas.
—No, Ethan, no puedo arrastrarte hacia abajo, no te preocupes, tengo una manera de manejar este asunto, definitivamente te ayudaré a estabilizar la compañía.
Si tenía alguna duda antes, ahora Gillian confiaba plenamente en él.
Ethan no la menospreciaba y era tan bueno con ella; no podía retenerlo.
Además, dada su situación actual, Ethan era el último gran apoyo al que podía aferrarse.
La única persona en la que podía confiar era alguien como Ethan.
