—¿Tenía alguna razón cuando lastimé a Joshua? —preguntó ella.
—¿Cuando me arrastraste a ser tu cómplice, consideraste mis razones? —contestó otra voz.
Dentro de la habitación, Isabelle también se sentía resentida y susurró: «Si tú no hubieras hecho nada malo tú misma, no habría podido convertirte en cómplice. Es todo por tus propios deseos egoístas».
Al escuchar esto, Amanda se quedó quieta, su rostro pálido y sudor frío deslizándose por su espalda.
Recordó un día cuando Gillian estaba hablando por teléfono y parecía haber mencionado las palabras «silenciar a alguien».
—¿A quién estaba tratando de silenciar? —se preguntó para sí.
—¡Nunca esperé que Gillian quisiera silenciar a Joshua! —la sorpresa se evidenciaba en su tono.
—¿Por qué lastimar a Joshua? No había otra razón más que el incidente de la prueba de paternidad. Gillian siempre había querido impedir que Molly volviera a casa. ¡Qué corazón tan malicioso! —pensó, rememorando los eventos.