—Michael, después de que mi padre se enterara de nosotros, insistió en que te invitara a cenar —ella rodeó afectuosamente su mano alrededor de la de Michael Gallagher.
Michael Gallagher la apartó sin expresión alguna, sus ojos profundos llenos de frialdad:
—Isabelle, hay algo que creo que es necesario decirte de antemano.
Isabelle Richardson se sorprendió, sintiendo un escalofrío en el corazón.
Rara vez Michael le hablaba con esa actitud, y su intuición le decía que estaba relacionado con su padre.
Isabelle se mordió el labio, sus grandes ojos negros y redondos como uvas claros y lastimeros.
—Michael, dilo ya. Pronto seremos familia, no hay nada que no puedas decir —su voz era tan tenue como el zumbido de un mosquito, las lágrimas en sus ojos parecían revolotear.
—Si te caso en el futuro, será solo por ti, no por la familia Richardson —el rostro justo y sin manchas de Michael Gallagher mostraba un atisbo de frialdad, y su voz era insensible y orgullosa.