Estaban tan absortos haciendo el amor que se dejaron llevar. Cuando de repente aparecieron dos personas de la nada, cualquiera se asustaría hasta perder el juicio.
He Jun Cheng estaba muy conmocionado. Tenía el rostro pálido como un fantasma.
Después de que Shen Mengqi volviera a la realidad, su pequeña cara se llenó de miseria y dolor mientras comenzaba a explicar aturdida:
—Yo... Mufan-ge, escúchame... ¡no es lo que piensas!
La cara de Ye Mufan no tenía ninguna expresión en absoluto. Se quedó allí en silencio antes de decir:
—¿No es lo que pienso?
Shen Mengqi sollozó y habló al mismo tiempo:
—De verdad, Mufan-ge, tienes que creerme. Estaba borracha durante la cena de celebración de la empresa. No sabía nada...
Ye Mufan miró cuán patética y triste estaba. Si esto hubiera sido en el pasado, estaría dispuesto a hacer cualquier cosa solo para verla sonreír.
Sin embargo, ahora, su carita inocente le provocaba náuseas.
