Con la cruda verdad frente a ella, la Señora Song sintió como si el cielo y la tierra se derrumbaran. Cuando pensó en cómo había abofeteado a Jiang Yanran y en cómo nunca podría retractarse de eso, se sintió tan arrepentida que sus intestinos se volvieron verdes.
En su furia y pánico, desplazó todo su odio hacia esa mujer. Ahora, se lanzó sobre Shen Mengqi y la agarró del pelo, —¡Sinvergüenza! ¡Tú sedujiste a mi hijo, verdad?! ¡Te voy a golpear hasta matarte, p***! ¡Seduciendo al prometido de otra a tan corta edad! ¿Cómo te educaron tus padres?
Shen Mengqi no esperaba que un comentario casual de Ye Wanwan tuviera este efecto. Su cuero cabelludo casi fue arrancado por la Señora Song mientras gritaba de dolor, —Ah— no… no… no sé… no sé nada…
—¿No sabes? ¿Todavía te haces la desentendida? ¡Viste que nuestro Zihang era una buena oportunidad para trepar; he visto a muchas personas como tú!
