Sopló el silbato y el partido empezó oficialmente.
Ye Wanwan sacó del bolso las palomitas, la coca-cola y el pollo frito que había preparado. Comió con deleite mientras veía el partido.
Su apetito insaciable era una de las principales razones por las que decidió ser mánager en lugar de artista. Si tenía que restringir su dieta, si debía abstenerse de comer esto y aquello, entonces, ¿cuál era el sentido de vivir?
Se preguntaba si la vegetación en el jardín Jin ya había brotado y cómo se verían, junto con sus pollitos, pececitos y uvas pequeñas...
Ye Wanwan se distrajo por un momento, mientras que en la cancha el marcador ya estaba en 11:0.
Qing He 11 puntos, Jin Xiu 0 puntos.
—¿Qué está pasando? —Ye Wanwan se sorprendió.
—No estoy segura, Chu Feng no parece estar en buena forma hoy —Jiang Yanran sacudió la cabeza.
Ye Wanwan miró rápidamente hacia Chu Feng. Vio que cometía errores tras errores y su juego de pies era tan desordenado como el de un borracho.