Ji Ning permaneció en silencio en el escenario durante demasiado tiempo, provocando que Sun Qinglian y los demás soltaran burlas agudas. Ella subconscientemente quería girar la cabeza para mirar.
Siempre era demasiado consciente de las miradas de otras personas. Cuando actuaba frente a gente, no podía evitar mirar sus expresiones y reacciones. Si alguien fruncía el ceño ligeramente, entraba en pánico como si hubiera hecho algo mal.
Porque le prestaba demasiada atención, el sonido suave del violín se volvía oscuro y desagradable. El brazo que sostenía el arco se iba poniendo cada vez más rígido. Al final, sus dedos se sentían pesados y no podían moverse en absoluto.
—No te preocupes por ellos. Solo necesitas preocuparte por el violín frente a ti. Una vez que te subes al escenario, lo único que está íntimamente conectado contigo es el violín. El violín es tu compañero —dijo Shen Hanxing con voz gentil y firme.