Ji Yan no podía esperar a que Shen Hanxing fuera un poco más despiadada. No le importaban las personas irrelevantes. Esas personas no deberían aparecer en sus vidas y perturbar sus interacciones. Deseaba ser la única persona en el mundo de su esposa. Por desgracia...
Ji Yan bajó lentamente sus largas pestañas, ocultando el profundo arrepentimiento en sus ojos. Su esposa era demasiado bondadosa.
Shen Hanxing miró a Ji Yan con diversión.
—¡No! ¡Mi Ji Yan no es así! ¡Es Shen Hanxing! ¿Qué brujería usaste en mi Ji Yan? —Bai Youyou no podía aceptar la explicación de Ji Yan. Su corazón le dolía tanto que no podía respirar. Las lágrimas recorrían su rostro mientras gritaba incrédula:
— ¡Perra, devuélveme a mi Ji Yan!
Al ver lo terca que era Bai Youyou, Shen Hanxing también se sintió un poco impaciente. —Señorita Bai, una persona solo tiene una vida. Esto es algo muy precioso. Como no te importa, no tengo nada más que decir —su expresión se volvió fría, asintió ligeramente y dijo: