En ese momento, Amelia abrió los ojos. Una luz púrpura pasó ante ellos. Luego, vio una figura blanca en su habitación. La figura se recargaba contra la pared y se estaba limpiando los oídos sin ninguna elegancia. Incluso dijo:
—Así que no tienes que estar ansiosa. He calculado con mis dedos que probablemente necesitarás 49 días —Con eso, se sacudió los dedos y los llevó a la punta de su nariz para oler.
Amelia:
—…
Amelia arrugó la nariz con desdén.
—Maestro, ¿por qué estás oliendo tus dedos con los que te limpiaste el oído? —dijo Amelia.
Elmer:
—¡Tonterías! ¿Quién se ha olido los dedos...? ¡Espera! ¿¡Puedes verme?! —Elmer estaba conmocionado. ¡Imposible! Amelia apenas había recitado el encantamiento una vez, y la segunda parte del encantamiento era algo que él había inventado al azar. ¿¡Cómo había funcionado?! Si esto había funcionado, ¿¡qué tan anormal era el talento de Amelia?!